1.1 Mi historia

Pasaron los meses.

Y volvimos a estar juntos. Empezó el segundo asalto.

La idea de quedarme sola y sin un plan definido en una ciudad en la que no conocía a nadie y en la que ni siquiera podía comunicarme (yo pensaba que hablaba bien en inglés hasta que pisé las Américas) era un arma de doble filo. Por un lado me sentía valiente y poderosa porque era la primera vez en mi vida que no tenía absolutamente nada que perder. Por otro, me acojonaba pensar que quizás estaba cometiendo un error garrafal, que esta aventura me fuera demasiado grande.

Eso, veámos.

¿Es esto demasiado?

No lo creo.

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