3.3. El Hada del Duelo

Meter 3 años de recuerdos en cajas no es tarea fácil. Voy a darte un consejo por si se te hace bola: encárgate de estar acompañada por alguien durante todo el proceso de embalado y posterior envío de pertenencias, y no me estoy refiriendo a un buen mozo de mudanzas. Me refiero a una buena amiga, a ser posible tu mejor amiga, que posiblemente se convertirá en tu hada del duelo.

Otro consejo: si tu Hada del Duelo fuma, cómprale unos parches de nicotina para que su vicio no la aleje ni un segundo de tu lado. Mi Hada del Duelo fuma, es de las de Ducados de toda la vida. Como buen hada en estado de servicio, no se había separado de mí desde que me había venido a recoger a la estación, desfibrilador en mano, dispuesta a levantarme de una sacudida cada vez que me venía abajo.

Al entrar por primera vez en la que hasta aquel momento había sido mi casa me di cuenta de que no quería recoger mis cosas. Soy muy dada yo a estos giros de última hora: 3 años antes, nada más aterrizar en el Terrat con mi hatillo, lista para instalarme en Barcelona con el Ex, me dio un berrinche incontrolable mientras esperaba la maleta porque me acababa de dar cuenta de que mejor no me quería mudar con él y que me quería volver a Madrid en el siguiente puente aéreo. Ataque de pánico dirán unos. Zorra caprichosa dirán otros.

Basta de flashbacks. El caso es que fue cruzar la puerta de esa casa y se me instaló en la cabeza que necesitaba ver al Ex. Necesitaba explicarle lo mucho que aún le quería. Y quería decirle que no me quería sacar mis cosas de allí. Así que aproveché una de las bajadas a la calle del Hada para fumar y le mandé un mensaje.

Nota al lector: Antes de seguir, voy a recordar aquí que fui yo misma la que le había pedido al Ex que no estuviera presente mientras yo recogía mis cosas, animándole a que abandonara la ciudad esos días para hacerlo todo más fácil. Ja. Y pido perdón porque ahora, con la claridad que da el tiempo, entiendo lo tocapelotas que llegué a ser.

Odié al Ex con todas mis fuerzas. Para mi meter todas mis cosas en aquellas cajas era la confirmación de que aquello ya no tenía vuelta atrás. Terminé de embalar, cogí mi petate y me marché de allí dando un portazo.

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2 Comments

  • Eduardo Norte
    05/27/2020 at 11:39 AM 

    Qué bonito, qué cierto y qué triste. Te he descubierto en Instagram y me declaro enganchadísimo a esta historia. Me encanta! <3

    • PatriciaBolanos
      05/28/2020 at 12:13 PM 

      Gracias, Edu.

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